Claves para Educar en Positivo

En la actualidad, el enfoque de educar en positivo está ganando cada vez más relevancia, tanto en el ámbito educativo como familiar. En Brains Nursery Schools sabemos que este método se centra en promover relaciones respetuosas, fortalecer la autoestima y fomentar el desarrollo emocional y social de los estudiantes. Se trata de una estrategia que busca cultivar el potencial de cada niño a través de interacciones positivas y constructivas, enfocándose en lo que hacen bien y cómo pueden crecer a partir de ahí. 

Educar en positivo implica alejarse de métodos tradicionales basados en el castigo y la crítica, y adoptar prácticas que enfaticen el refuerzo positivo, el modelado de comportamientos apropiados y una comunicación efectiva. Este enfoque no solo mejora el rendimiento académico, sino que también contribuye a crear un ambiente más acogedor, donde se sientan valorados y motivados para aprender y crecer.

Conceptos clave de la Educación Positiva

La educación positiva se trata de un enfoque que pone énfasis en el crecimiento y el desarrollo de los estudiantes desde una perspectiva constructiva y alentadora. Se basa en ofrecer soluciones o alternativas a los comportamientos problemáticos en lugar de recurrir al castigo como método principal de corrección. El castigo se entiende como una forma de corregir el mal comportamiento que puede ser efectiva a corto plazo, pero no brinda las habilidades necesarias para que los niños aprendan a resolver sus problemas de manera constructiva a largo plazo.

Principios fundamentales

Proponer soluciones a los niños les involucra más en las actividades que deben realizar, lo que les hace sentirse más motivados y comprometidos con su entorno. La clave radica en que los familiares y maestros les hagan sentir que son capaces, lo cual influye en cómo perciben su participación y cómo se sienten valorados en su entorno.

En resumen, la educación positiva se basa en los siguientes principios fundamentales:

• • Refuerzo positivo: destacar y recompensar las conductas deseables y los logros para motivarles e incentivarles en su realización
  • Modelado de comportamiento: los adultos son modelos activos de comportamientos deseables, enseñando a través del ejemplo cómo enfrentar situaciones difíciles de manera constructiva.
  • Fomento de la autonomía: brindar oportunidades para que los estudiantes tomen decisiones y asuman responsabilidades dentro de límites apropiados, fijando metas alcanzables para los pequeños. Se promoverá así su desarrollo personal, su autocontrol y su sentido de independencia, responsabilidad.
  • Comunicación efectiva: Utilizar un lenguaje alentador y motivador que promueva una relación positiva, facilitando un ambiente propicio para el aprendizaje y el crecimiento, basado en la confianza y respeto. Para ello, se ha de usar el diálogo y no la imposición como método de aprendizaje, tratando de llegar a acuerdos.
  • Uso de la disciplina no punitiva: Se aleja de los métodos tradicionales basados en el castigo, optando por consecuencias lógicas y formativas que fomenten la reflexión y el aprendizaje. Esto no significa que no existan límites y normas, sino como comenta el neuropsicólogo Álvaro Bilbao: “cuando hablamos de educar en positivo, hablamos amor y respeto, pero también de orden y disciplina”

Beneficios de educar en positivo

Estos principios nos muestran las grandes diferencias que hay entre la educación positiva y los métodos tradicionales de enseñanza basados en la autoridad, el control y el castigo como principales herramientas de disciplina y motivación. Los métodos tradicionales suelen enfocarse más en corregir los comportamientos no deseados a través de castigos o reglas estrictas, sin necesariamente proporcionar herramientas para el crecimiento personal y social. Además, no se basan en el respeto ni la comunicación, sino en relaciones autoritarias donde los adultos imponen reglas y castigos, sin fomentar una comunicación abierta y respetuosa. Tienden a recurrir a castigos como respuesta inmediata a los comportamientos no deseados, sin necesariamente abordar las causas subyacentes o enseñar alternativas positivas. Se suele priorizar la obediencia sin cuestionamientos, lo que puede limitar el desarrollo de habilidades críticas como la toma de decisiones y el pensamiento independiente.

La educación positiva representa un cambio significativo en la forma en que entendemos y abordamos la crianza y la enseñanza, al centrarse en el desarrollo integral del niño. No se trata de una moda, sino que tiene una gran fundamentación en teorías neurológicas y psicológicas. La teoría del apego de John Bolwy, enfatiza la importancia del apego seguro, en la infancia, para un desarrollo emocional saludable. De la misma forma, la psicología cognitiva respalda la importancia de desarrollar habilidades para la resolución de conflictos en la infancia, fundamentales para el éxito académico, social y emocional a lo largo de la vida. Por último, la teoría de Lawrence Kohlberg destaca la importancia de enseñar y modelar comportamientos éticos desde edades tempranas. Al igual que la educación positiva, busca cultivar una conciencia moral sólida al guiar a los niños hacia decisiones éticas y acciones responsables.

Estrategias para implementar la Educación Positiva en las aulas

En el contexto educativo actual, marcado por la diversidad, la inclusión y el énfasis del bienestar emocional, educar en positivo se vuelve esencial. Al implementar este enfoque, los maestros pueden, no sólo, impactar positivamente en el desarrollo integral de los estudiantes, sino también en la calidad del ambiente escolar en general, creando un espacio de aprendizaje colaborativo y respetuoso. 

Para poder aplicarlo de manera satisfactoria habrá que interiorizar los principios mencionados anteriormente adaptados al ámbito educativo (expectativas claras, relaciones positivas, refuerzo positivo, rutinas y estructuras claras).

¿Cómo implementarla?

Como punto de partida, para aquellos docentes que deseen aplicarlo en el aula, tendrían que revisar su forma de interaccionar con los pequeños. En primer lugar, debemos mostrar una actitud de escucha activa, interesándonos por sus experiencias y emociones, usando siempre un lenguaje positivo y constructivo. Y, lo más importante, debemos ser modelos de empatía y comprensión, animándolos a ponerse en el lugar de las demás, considerando diferentes perspectivas. 

El siguiente paso sería la puesta en marcha de ciertas dinámicas o actividades prácticas que permitan integrar los valores de la educación positiva en las aulas. Algunos ejemplos podrían ser: los círculos de discusión donde puedan compartir sus ideas y sentimientos sobre temas relevantes para su desarrollo emocional y social; los juegos de roles o dramatizaciones para enseñarles habilidades de comunicación y resolución de conflictos; los proyectos colaborativos que requieran el trabajo en equipo y colaboración o las dinámicas de Mindfulness y relajación para promover la autorregulación emocional. 

Al implementar estas técnicas, estrategias y actividades en el aula, los docentes pueden crear un ambiente enriquecedor que fomente el desarrollo integral de los estudiantes y fomente relaciones positivas entre todos los miembros de la comunidad escolar. La disciplina positiva no solo transforma la dinámica del aula, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar el mundo con empatía, resiliencia y respeto mutuo.

Si os ha gustado, y queréis seguir formándoos en disciplina positiva, se recomiendan los siguientes podcasts:

• El Podcast de Rafa Guerrero. Episodio 4. Disciplina positiva: Aprendiendo de Marisa Moya
• Club de Malasmadres. Cómo la Disciplina Positiva transforma la crianza con Isabel “una madre molona”