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Los estilos de crianza

By 13 de febrero de 2024No Comments
estilos de crianza

Los niños dependen de sus cuidadores para satisfacer sus necesidades básicas, pero la crianza va más allá de proporcionar alimentos y refugio. Es un factor crucial que afecta de manera directa a su desarrollo emocional, social y cognitivo. Este primer contacto con el entorno familiar establece las bases para su futuro bienestar y adaptación a la sociedad. Estos influyen en la forma en que los niños perciben el mundo, cómo manejan el estrés, establecen relaciones y adquieren habilidades sociales, en definitiva, en la formación de su personalidad. Además, investigaciones recientes han demostrado que los estilos de crianza tienen un impacto directo en diversos aspectos como la autoestima, la autoeficacia, la empatía y la capacidad para resolver problemas.

¿Cuáles son los modelos de crianza y cómo afectan en nuestros hijos?

Los modelos de crianza son patrones consistentes de comportamiento, actitudes y prácticas que los padres utilizan para criar a sus hijos. Estos estilos reflejan la manera en que los padres responden emocionalmente, establecen límites y normas, fomentan la autonomía de sus hijos y se comunican con ellos, creando un contexto en el cual se desarrolla la relación entre padres e hijos.

Los cuatro estilos de crianza principales, identificados por la psicología son: autoritario, permisivo, democrático (autoritativo) y negligente. Para poder comprender un poco mejor cada tipo de crianza se van a comentar sus características fundamentales y el posible impacto en el desarrollo de los hijos:

  1. Autoritario (capitanes de barco riguroso): Se caracteriza por la imposición de reglas estrictas y altas expectativas, con poca flexibilidad, esperan un cumplimiento riguroso. No existe mucha negociación. La comunicación suele ser unidireccional, con énfasis en el control y la obediencia. Por ello, los niños criados con un estilo autoritario a menudo adquieren habilidades disciplinarias sólidas debido a la imposición de reglas estrictas. Sin embargo, la constante presión para cumplir con expectativas elevadas puede llevar a una baja autoestima si no cumplen con los estándares impuestos. Además, pueden tener dificultades para expresar sus propias opiniones y tomar decisiones independientes debido a la falta de práctica.
  2. Permisivo (la fiesta sin límite): Este estilo implica una actitud más relajada, con pocos límites claros. Los padres permisivos tienden a ser afectuosos, pero a menudo tienen dificultades para establecer reglas consistentes. Suelen existir una falta de consecuencias claras ante los comportamientos inadecuados. La comunicación es abierta y afectuosa, intentando evitar los conflictos a toda costa para mantener la armonía. La falta de límites claros puede llevar a dificultades en la autorregulación, ya que no experimentan las consecuencias de sus acciones, por lo que pueden carecer de habilidades para la autorregulación. Además, pueden enfrentar desafíos al adaptarse a estructuras sociales y educativas que requieren límites y reglas claras. A diferencia del tipo de crianza anterior, los niños de padres permisivos a menudo desarrollan independencia, ya que se les permite explorar y tomar decisiones.
  3. Autoritativo (el campamento de equilibrio perfecto): Combina límites claros con apoyo afectivo. Los padres autoritativos fomentan la independencia y la toma de decisiones, creando un equilibrio entre la disciplina y el afecto. Fomentan la comunicación abierta, escuchando las opiniones de sus hijos. Los niños criados con un estilo autoritativo suelen experimentar un desarrollo integral. Tienen habilidades sociales, emocionales y académicas fuertes. La combinación de límites claros y afecto fomenta una autoestima saludable y una confianza en la toma de decisiones. Además, aprenden a manejar el estrés y los desafíos de manera efectiva, ya que se les enseña a enfrentar situaciones dentro de límites razonables.
  4. Negligente (la tierra olvidada): Se caracteriza por la falta de interés y participación parental. Los padres negligentes proporcionan poca orientación, supervisión y apoyo, dejando a los niños con una sensación de abandono emocional. La falta de orientación y supervisión puede derivar en dificultades para establecer relaciones saludables y duraderas. Al no contar con el respaldo necesario, pueden enfrentar desafíos significativos en el ámbito académico y emocional

Explorar estas características permite comprender cómo cada estilo de crianza puede afectar el desarrollo infantil, influyendo en la autoestima, habilidades sociales y capacidad para enfrentar desafíos y tomar decisiones. Es crucial para los padres reconocer su propio estilo y considerar cómo pueden ajustarlo para promover un ambiente que favorezca el crecimiento saludable de sus hijos.

¿Cuál es el estilo de crianza más importante?

Tras descubrir los modelos de crianza, surge una pregunta inevitable: ¿cuál es el más adecuado? Obviamente, es demasiado simplista pensar que sólo se encaja en un estilo determinado. Muchos padres operan en más de uno, dependiendo de factores como la fatiga, la cantidad de apoyo recibido y el nivel de estrés que experimentan. Además, como comenta Rafa Guerrero, todos practicamos un estilo de crianza u otro de manera inconsciente, basándonos sin querer, en el que nuestros padres han practicado con nosotros.

Numerosos estudios, como el de Diana Baumrind, respaldan la noción de que no existe un enfoque único que sea universalmente eficaz. Se ha observado que un enfoque autoritativo correlaciona positivamente con resultados emocionales y académicos superiores en comparación con los estilos extremos (autoritario o permisivo). La adaptabilidad es la clave. Un estilo de crianza rígido puede no ser efectivo en todas las situaciones o para todos los niños. La capacidad de los padres para ajustar su enfoque según las necesidades individuales de sus hijos puede ser más valiosa que aferrarse estrictamente a un único estilo.

Sin embargo, sí que existen una serie de claves que pueden ayudar a los padres a que su crianza sea más respetuosa con el desarrollo infantil. Siempre se debe estimular la autoestima de los niños, haciéndoles sentir capaces a través de nuestras palabras y acciones. Debemos reconocer las buenas acciones, ya que en muchas ocasiones nos centramos en lo negativo o en él no. A la vez, es imprescindible establecer límites y consecuencias para los actos, generado una comunicación donde ellos sean partícipes.  Y, lo más importante, compartir tiempo con ellos, demostrarle vuestro amor más incondicional y, sobre todo, recordar que vosotros sois sus modelos a seguir.

En resumen, no existe una receta para la parentalidad efectiva, sino que hay que adoptar un enfoque equilibrado de diferentes aspectos como la autoridad medida, el afecto, y en ocasiones, una dosis de permisividad puede configurar la ecuación ideal para criar individuos independientes y felices. Por ello, la clave no reside en encontrar un estilo definitivo, sino en cultivar un enfoque auténtico, adaptable y centrado en el bienestar y desarrollo singular de cada niño. La esencia de la crianza efectiva se sustenta en el equilibrio y la flexibilidad.

Si os ha gustado, y queréis ampliar información anterior sobre los estilos de aprendizaje y la crianza, se recomiendan los siguientes podcasts:

 

 

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