¿Por qué mi hijo no quiere ir a la escuela? Solución - Brains Nursery School

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¿Por qué mi hijo no quiere ir a la escuela? Posibles causas y solución

By 1 de abril de 2022enero 16th, 2023No Comments
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Los motivos por los que tu hijo no quiere ir a la escuela pueden ser diversos, pero sea cual sea la causa, es una fuente de preocupación para los padres que no pueden comprender bien lo que le pasa a su hijo y qué lo lleva a reaccionar así.

Una de estas situaciones suele producirse durante el periodo de adaptación, cuando el niño acude por primera vez a una escuela infantil.

La entrada a la Escuela Infantil supone para el niño un gran cambio porque conlleva la salida del mundo familiar, donde ocupa un rol bien definido, se relaciona utilizando unos códigos determinados y donde mueve en un espacio seguro, conocido y protegido. A partir de su entrada en un entorno diferente donde las normas de relación son distintas, ya no es único, y tendrá que aprender a compartir personas, juguetes y espacios.

¿Qué es la fobia escolar?

Se puede definir la fobia escolar como un miedo intenso y persistente a acudir al colegio, aunque también se puede confundir con la ansiedad por separación de las personas de apego en edades tempranas. Normalmente cuando se habla de fobia, suele ser en referencia a niveles superiores a la etapa infantil, sobre todo en la etapa de Primaria.

La fobia social suele estar asociada a una mala experiencia directa en el ámbito escolar: una mala relación del niño con un profesor o con algunos compañeros, que le ha causado un elevado nivel de malestar, por lo que intenta evitar por todos los medios acudir al colegio.

¿Los psicólogos nos pueden ayudar a que nuestro hijo vaya a la escuela?

Habrá situaciones en las que sea absolutamente necesario la ayuda de un profesional. Lo primero que hará será detectar cuál es el verdadero problema que subyace a esta fobia y a continuación procurarle herramientas adecuadas que le puedan ayudar a superarlo. Después, el psicólogo podrá guiar al paciente a través de ejercicios de regulación que le permitan aumentar de manera gradual su exposición al colegio. Si se trata de un adolescente habrá que llegar a acuerdos.

En el caso de los más pequeños, la angustia de separación es normal al principio. Los adultos deben mantener la calma, apoyar a su hijo/a en el proceso y fomentar la percepción de que el colegio es algo positivo y necesario. Hay que evitar que el niño se quede sin ir al colegio, aunque tu hijo no quiera ir a la escuela. Pero desde una actitud positiva de comprensión y aceptación. Si la angustia fuera excesiva pasado un periodo razonable de tiempo, lo adecuado sería consultar a un profesional.

¿Por qué llora mi hijo desconsoladamente a la puerta de la escuela?

El niño pasa de un día para otro de un ambiente que controla, domina y le da seguridad a otro que desconoce. Por eso, es normal que tu hijo no quiera ir al colegio al principio o le cueste adaptarse durante la vuelta al cole.

Esto, unido a lo que significa la separación de las figuras de apego, y a que no tiene adquiridas las nociones temporales de forma clara, le puede hacer entrar en un estado de desequilibrio temporal. Por eso los más pequeños reaccionan los primeros días llorando ante la separación, por un lado, como una manifestación de dicha emoción. Por otro lado, para conseguir llamar la atención de sus padres y que los lleven con ellos en lugar de dejarlos en el cole.

Pronto ese llanto se suele relegar al momento de la separación, pues aprenden que esta conducta no tiene efecto en esta situación, a la vez que se sienten poco a poco más seguros en el nuevo contexto. Por eso los padres suelen oír muy a menudo “no te preocupes que en cuanto os vais se calla enseguida”, y esto es en realidad lo que suele ocurrir pasados los primeros días.

En cualquier caso, cada niño vivirá de forma diferente este proceso, tanto en el ritmo como en las manifestaciones. Lo importante es aceptar y respetar el ritmo de cada niño/a. Es un proceso “personal”, algo que el niño/a hace por sí mismo, es él quien se adapta, quien debe asimilar y elaborar los cambios.

En general, cuanto más cariño, tranquilidad y seguridad se les, conseguirán una adaptación más positiva y más corta.

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El llanto es una respuesta normal de los más pequeños cuando comienzan el colegio.

¿Qué hacer cuando mi hijo no quiere ir a la escuela? ¿Es “vagancia”?

Pero no todas las negativas a ir al colegio se dan en el primer periodo, también hay otras situaciones que le pueden llevar al niño a manifestar este rechazo. Puede tratarse de algún conflicto con los compañeros, de alguna dificultad de aprendizaje……

Si tu hijo/a no quiere ir a la escuela y se excusa con malestar y problemas físicos, lo primero es descartar causas médicas y poner ciertos límites como por ejemplo faltar a clase solo en el caso de que tenga fiebre.

Una vez constatado que el niño no tiene problemas físicos, sería conveniente sentarnos tranquilamente y motivarlo a hablar con el fin de entender cuál es realmente su malestar emocional.

¿Qué debemos hablar con ellos para tranquilizarlos y motivarlos?

  • En general es muy aconsejable tratar de mantener siempre una buena comunicación con el niño/a.
  • Observar su comportamiento, ya que si son muy pequeños va a ser muy difícil que expresen lo que sienten.
  • Hablar con los profesores para saber cuál es su impresión, cómo se comporta el niño en el cole y qué tipo de relación tiene con sus compañeros. Son ellos quienes pueden dar la pista clave de lo que le está pasando.
  • También se puede solicitar hablar con el departamento psicopedagógico para descartar dificultades de aprendizaje que estén afectando a la autoestima del niño/a.
  • Reflexionar sobre si puede haber una situación familiar excepcional que esté alterando su conducta y le esté provocando una angustia que no sabe expresar de otro modo.
  • Es muy importante establecer una rutina diaria que le aporte seguridad y le permita adaptarse mejor a las nuevas situaciones. También ayuda fomentar desde pequeños la autonomía para que se sientan cada vez más seguros.
  • Tratar de explicarle al niño lo importante que es la escuela y mostrar una actitud positiva hacia ella.
  • Si fuera necesario, habría que buscar ayuda profesional que oriente a los padres y también al niño en el caso de que se sienta inseguro o con baja autoestima y la negativa a ir al colegio no desaparezca en un tiempo razonable.

¿Qué edad es la adecuada para comenzar a ir a la escuela infantil?

En primer lugar, hay que entender que esta situación que vive el niño es algo pasajero y que no dejará ninguna huella negativa, puesto que el niño se está a un nuevo contexto que muy pronto será para él muy gratificante en todos los aspectos.

Los niños en la escuela ampliarán sus relaciones sociales estableciendo un vínculo afectivo con otros adultos e iniciando el proceso de socialización con su grupo de iguales, lo que supondrá un gran beneficio a corto y largo plazo.

El entorno escolar es un ambiente rico en estimulación y propicio para la exploración, el disfrute y el juego. Las rutinas que se establecen en la escuela les ayudan a organizarse espacio temporalmente, algo que siempre les aporta seguridad ante la posibilidad de anticipación.

Por todo ello, la asistencia a una escuela infantil será siempre beneficiosa al contribuir de manera muy positiva al desarrollo global del niño/a.

¿Cuándo se puede dar por terminado el periodo de adaptación al colegio?

Se puede dar por terminado el periodo de adaptación en el momento en que se consigue una cierta estabilidad emocional, cuando se asumen con más tranquilidad los momentos de separación y reencuentro con la familia, así como la totalidad del tiempo de estancia en el centro, dándose interrelación con los demás niños e investigación en el medio con una actitud de seguridad y mayor resistencia a las frustraciones.

Esto no quiere decir que no se den situaciones de regresión, que no son tales si los adultos que convivimos con ellos/as (padre y educadores), somos capaces de admitirlas y comprenderlas, asociándolas a procesos normales de desarrollo evolutivo, que permiten reelaborar y reforzar situaciones aparentemente asimiladas o interiorizadas. Por ejemplo, después de un periodo vacacional les cuesta más volver a la rutina del cole, y puede volver a manifestar un poco de rechazo durante unos días.

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